Nos han secuestrado la confluencia. El hurto ha sido perpetrado por un conjunto de intereses de partes, de partidos, que toman el espacio del bien común no como objetivo sino como terreno de juego donde obtener ventajas propias, de parte, usando a la ciudadanía como si fuéramos «naipes de su baraja».
No debemos olvidar ninguna de las formas de secuestro usadas contra el anhelo de confluencia de la ciudadanía porque en ella se han combinado intereses perfectamente organizados, grupos secretos, negociaciones opacas, bloqueos de recursos comunes… como nuestra propia conciencia habituada a ser manejada, a no ser dueña de su destino por no sentirse responsable de el, por ceder a otros aquellas decisiones que hurtan su capacidad de decisión.
Las organizaciones políticas han demostrado que no están dispuestas a cambiar su forma de actuar, de responder a sus propios intereses ignorando el llamamiento de la ciudadanía o escucharlo solo por conveniencia, para aprovecharse de el intentando manipularlo o controlarlo. Debemos plantearnos como reflexión para la acción si seguimos intentando modificar estos comportamientos o si ha llegado el momento de construir organizaciones sobre nuevas bases, orientadas al bien común, con garantías, pluralidad y transparencia, con personas empoderadas que usen como método, integrado en su genética, la participación democrática de la ciudadanía.