CONSTRUIR IDENTIDADES : CONSTRUIR ANTICAPITALISMO

Vivir regularmente separados……..Ellas sólo perderán sus costumbres, y nosotros nuestras costumbres y nuestra constitución………Las mujeres nos convertirán en mujeres

(J. J. Rousseau)

UN COMENTARIO

Las palabras que siguen son un intento desmañado de aportar ideas para el inicio de un debate al que se deberían incorporar:

  • los elementos que articularan políticas de deseo y de construcción de una, no se como mejor llamarla, “contracultura”de “hombres concienciados”

  • junto con prácticas políticas de lucha contra las distintas femenizaciones de lo “chungo” (de la pobreza, de la enfermedad, de la precariedad, etc., etc.)

Elementos y prácticas de un proyecto de hombres que luchan por liberarse de la determinación que el rol masculino nos impone en la actual sociedad capitalista. Proyecto que no termina en un momento dado, sino que, en un incesante y diario acto de reconstrucción e interpretación realizados en nuestros distintos ámbitos de relación (lo privado y lo político), nos harán ir deviniendo de otra manera en la lucha por una sociedad más justa.

Fitz.

LO IMPORTANTE NO ES LO QUE HAN HECHO DENOSOTROS , SINO LO QUE NOSOTROS MISMOS HACEMOS DE LO QUE HAN HECHO DE NOSOTROS. (J. P. Sartre)

 

Toda determinación es negación .(B. Spinoza)

 

CONSTRUIR IDENTIDADES : CONSTRUIR ANTICAPITALISMO

 

El hombre viril encarna la actividad. Pero en realidad, dicha actividad no es más que una reacción contra la pasividad y la impotencia del recién nacido. El monopolio de la actividad que detentan los machos no responde a una necesidad social. La interiorización de las normas de la masculinidad exige un plús de represión de los deseos pasivos, especialmente el de ser cuidado por una madre.

Tal es el origen de una identidad masculina, más negativa que positiva, que pone el acento en la diferenciación, en la distancia que establece respecto a los demás y en la carencia de una relación afectiva. Así, mientras que los procesos de identificación femenina son relacionales, los de la masculina son oposicionales. El comportamiento que las sociedades definen como convenientemente masculino está elaborado, en realidad, con maniobras defensivas: temor a las mujeres, temor a mostrar cualquier tipo de feminidad, incluidas las que se esconden bajo la ternura, la pasividad o el cuidado a terceros, y, claro está, el temor a ser deseado por otro hombre. De todos estos temores, R. Stoller deduce las actitudes del hombre ordinario: “Ser rudo, ruidoso, beligerante; maltratar a las mujeres y convertirlas en objeto de fetichismo; buscar sólo la amistad entre los hombres al mismo tiempo que se detesta a los homosexuales; ser grosero, denigrar las ocupaciones femeninas”. La primera obligación de un hombre es la de no ser una mujer. (Elisabeth B. )

Lejos estamos, aparentemente, de la discriminación de la mujeres. En la sociedad del SXXI no se les niegan los derechos políticos como si lo hizo la Convención francesa de 1789 ni se las compara con “el animal o el negro” (se mueven a partir de los instintos mas primitivos: celos vanidad y crueldad ) como algunos lo hacían en el S XIX. Las manifestaciones más extremas del sexismo contemporáneo son las víctimas de la violencia machista que lo políticamente correcto rechaza; sin embargo el nuevo paradigma de mujer que nos cuestiona a los hombres (en general y a los que asistimos a debates de este tipo en particular) en nuestro rol de poder y la multitud de discriminaciones ( laborales, políticas, sexuales, de función cuidadora, etc., etc., etc., ) hacen del movimiento de las mujeres un revulsivo civilizador al que los hombres no podemos dar la espalda.

Si la masculinidad se aprende en multitud de mensajes que impregnan la sociedad-momento histórico actual (en la familia, escuela, medios de comunicación, grupos de pares, etc. ); ser conscientes de tal construcción nos hace, a los hombres que de raíz queremos transformar la sociedad de explotación y de alineación, empezar a cuestionar nuestro papel alienado y de poder como individuos que con capacidad de aprender y de reflexionar sobre lo socialmente construido del papel “superior” del rol masculino, para cambiarlo, damos pasos en nuestra cotidianidad y reconocemos, a su vez, la construcción del rol femenino para las mujeres como proyecto heterónomo del Patriarcado. La construcción de individuos que propongo, de forma claramente difusa, es una mixtura de elementos y prácticas arriba señalados, contraria a las naturalezas esencialistas que basadas en lo biológico hacen de un hombre o una mujer seres determinados per se, inmutables; la meta de personas libres ( todo un proyecto en el tiempo, con sus avances y retrocesos ) sólo se puede alcanzar a través de la propia práctica de seres que se mueven a sí mismos y por sí mismos crean y rechazan, esto es luchan.

….desde Galileo, las ciencias naturales han logrado una autonomía y un prestigio abundantemente merecido porque nos han dicho como funcionan las cosas, y no, como Aristóteles aspiraba a hacer, cuál es su naturaleza intrínseca (R Rorty )

INDIVIDUO Y SOCIEDAD (REFLEXIÓNY PRÁCTICA )

En nuestra época, tras la devaluación de las opiniones locales, una de las autoridades capaz de dotar de un poder reconfortante a los juicios que se pronuncian, es según Z. Bauman la autoridad del número (cuanto mayor sea el numero menos probable es que se equivoque ): las elecciones pierden mucho de su idiosincrasia y ya no aparecen azarosas. Sin embargo, habría que ponerse en la piel de las primeras sufragistas de principio del S XX cuando en la defensa de sus derechos eran tachadas de histéricas por la mayoría .

La forja de una identidad masculina con una visión crítica y alternativa a la sociedad actual requiere una práctica que se nutra de una reflexión individual en la que no nos sean influenciadas nuestras posiciones por cuestión de mayorías : Gorgias afeaba a Sócrates sus propuestas por ser minoritarias, este le respondía que en el dialogo que mantiene el individuo consigo mismo cuando se produce reflexión uno no se pregunta lo que opina la mayoría sino “¿que opinas tú , a quien pregunto?”. Esto es, cuantos hombres tienen reparos en tender una colada en publico, cuantos en manifestar cariño y temer por su pública identidad hetero.

Cuantos han roto en la practica con la sexualidad genital del falo erecto muestra palpable del poder del macho poderoso.

Cuantos de nosotros asumimos las labores del hogar equitativamente y no como una “ayuda” en la doble jornada de la sufrida compañera.

Todos somos en primer término fragmentos ambulantes de la institución de nuestra sociedad….” ( Castoriadis ).

Avanzar en la construcción de personas que contengan en su práctica y discurso un rol indeterminado ( hombre o mujer ) de luchas y valores solidarios y cooperativos es crear anticapitalismo, este se nutre de la violencia del “todos contra todos “: de la violenta respuesta angustiada por el miedo que los hombres dan (¿damos? ), hasta ahora, a la exigencia de las mujeres de igualdad. No ser fragmentos ambulantes y atomizados de la sociedad de mercado hace que nos enfrentemos (la mofa hacia los “raritos”, para empezar ) a mil y un obstáculos y retrocesos. Si tenemos claro lo castrante del rol que a los hombres se nos ha impuesto socialmente y de lo mucho que tenemos que ganar en tal construcción adoptaremos el sentido de la alegría y firmeza de las mujeres que eran tachadas de locas porque al empezar a romper la determinación social de su época exigían el derecho al voto, y de eso hace muchos, muchos años……..

 

Fitz

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