Has conseguido que a lo lejos… sin haberte visto aún, distinga los plieges de tu falda, y tras ellos, la textura del trasero; ese talle que imanta mi brazo, ese dulce cuello, el cisne que lleva a tu rostro, los pezones de tu pecho… ¡como son!, mantienen el movimiento de tu blusa… y de mis ojos. Y ese aroma que desprendes, que ningún perfume podrá imitar.
Todos los detalles que me entregaste, esa sonrisa leve y cómplice, el brillo de tus ojos, el paso que nos acercaba, que paraba los relojes, que nos alejaba de los ruidos… los coches.
Nos cruzamos por la calle, y acercándonos, mirando a un lado y a otro, para no clavar nuestros ojos, nos fuimos entrelazando. ¿Cuantas veces pasará? ¿cuantas veces volveré la vista atrás? ¿cuantas veces sentiré que te vas y te quedas a la vez?
Me he levantado deseando otra vez que esa calle nos vuelva a regalar unos segundos de ilusión, de esperanza y deseos, que por fin paremos, y abrazándonos, juntemos nuestros labios, los dejemos y nos vayamos.
Salvada de mi viejo blog para esta primavera «Desconocida de la madrugada» en Salió por aqui
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Cuando te pones lo bordas…
Un saludo