Barcelona no tiene agua para beber. Llevar el agua con barcos, con trenes, con trasvase del segre… mas desaladoras… quien decide…
Cuando hablamos de cambio climático parece que solo es para las grandes dimensiones globales y los problemas concretos tienen otra suerte de solución y otros escenarios para su resolución.
Joaquin Leguina en su blog opta por buscar la solución en las competencias del estado, en determinar que estas deben ser prioritarias frente a las autonómicas.
Yo no creo que el problema sea quien como y que se decide, sino para qué se usa el agua y si tiene sentido eso con los recursos disponibles. Se puede tener una gran razón de estado, tener canalizados en cemento todos los rios y cada uno con su compuerta para trasvasarlo al completo, pero parece que la discusión de fondo de para que se usa el agua no interesa en realidad.
Sin duda unos rios así no serian rios sino conductos de agua en los que no prosperaría nada de lo que se supone integra un ecosistema fluvial y por tanto perderíamos automáticamente todo lo que esos entornos naturales aportan a nuestro medio natural, no solo belleza ecológica, sino las utilidades de equilibrio natural que integran el entorno que hasta no hace mucho conocíamos.
Las fuentes de ese agua se estan perdiendo como consecuencia del mal reparto que le toca a la peninsula en el actual proceso de cambio climático y mas conductos cimentados no aumentaran el caudal de las lluvias sino probablemente al debilitar el ecosistema las mermará. Por tanto debemos preparar nuestro futuro para un entorno en general con menos agua.
El agua para consumo humano tendrá siempre prioridad, espero, pero si esa cuota no se reduce sino que aumenta ¿de donde saldrá el agua con los actuales usos?. De ningún sitio adicional.
Entiendo que quienes traen a una masa de turistas que rebasa el numero de habitantes de la peninsula no les preocupe la destrucción ecológica que provoca un trasvase. Entiendo que quienes mantienen industrias agricolas que piden mucha agua tampoco les importe.
Pero no entiendo que políticos que pretenden hablar en nombre del «estado» atribuyan de forma natural esos intereses al estado, ignorando al resto de la población que no participamos en los beneficios de ninguna de esas industrias.
Poco antes de que le cortaran la cabeza Luis XVI decia «el estado soy yo» y una ola de gentes que pensaban que el estado eran ellos, la mayoría de la población se lo llevaron por delante.
No se trata de recuperar los sangrientos métodos jacobinos, pero si devolver la voz al pueblo para que participemos en el debate del agua como un debate propio en el que decidimos nuestro futuro y no dar por sentadas razones de estado mas del estilo del difunto monarca francés.
Hay que devolver la vida a nuestros rios y reorientar nuestra economía agricola para que sea capaz de vivir con el agua que le proporcione su entorno natural y no desertificarlo para envolver en plástico nuestra producción. Seguramente asi el agua llegará a los poblamientos humanos y además haremos algo concreto contra el cambio climático.