Original en: http://www.usuadio.com/
Al fin. Tras cuatro años de incertidumbre, el Tribunal Constitucional español se ha decidido a iluminarnos con una sentencia sobre el Estatut de Catalunya. Ya era hora, porque considero que el mero hecho de que una Ley Orgánica aprobada en referendum por el pueblo catalán haya tenido que pasa por un proceso semejante es ya una base para consideralo tortura psicológica contra el pueblo de Catalunya por parte del estado, y denunciable ante los tribunales internacionales de derechos humanos. Y no olvidemos quiénes fueron, y por qué, los que llevaron el Estatut al TC: los defensores a ultranza de la idea de España más rancia.
Dejando de banda eso, están todos los números para que esta sentencia se quede en una mera anécdota, porque nadie con juicio democrático puede respetarla. Da igual que los opinadores profesionales españoles hablen de unos mínimos cambios, se está vulnerando conscientemente la máxima de que es el pueblo el que tiene el poder, y es soberano para tomar sus decisiones. Un grupo de 10 personas, por muy importantes que sean, o se crean serlo, no puede ni debe alterar ni una coma unas reglas del juego que se ha otorgado un pueblo a sí mismo. Y eso, sin olvidarnos de que este Estatut revisado no es el Estatut que salió del Parlament de Catalunya, puesto que ya fue recortado con los caprichos de los diputados de las Cortes Españolas. Y fue ese Estatut recortado el que se aprobó en referendum, dejando de lado la participación e incidencias, por el pueblo de Catalunya. Por suerte, pedí un ejemplar del Estatut antes de ser “tijeretaceado” y lo conservo como una reliquia.
Lo cierto, es que este momento no es un momento cualquiera. Al menos no en Catalunya. Una parte de su sociedad civil está movilizada en otro referendum. Porque ya que los políticos no se mueven por miedo a sus cálculos electorales, y existen unas leyes, procedentes de una época hace tiempo dejada atrás, que no permiten consultar a la población sobre los asuntos importantes, esta población decidió consultarse a sí misma sobre un tema tabú: la independencia de Catalunya, papeleta de la imagen. Eso sí, con la mirada soberbia de algunos partidos sobre los hombros de las personas comprometidas. Ya se sabe: “ahora no toca, y además, si no es vinculante, es inútil“. Pues no será vinculante porque no se permite, pero lo de inútil va a ser que no. Porque cada día más la idea de la soberanía de Catalunya está en la mente de más personas, incluso de personas que nadie vincularía con el término “nacionalista catalán“.
Así que, si el objetivo de llevar el Estatut al TC para comprobar su constitucionalidad era que Catalunya se separara administrativamente, que no afectivamente, del resto de los pueblos que conforman el estado llamado Reino de España, está claro que lo están consiguiendo. Por lo que nadie sabe, pero el 11 de Septiembre de 2014, conmemoración de la conquista hostil de la voluntad de los catalanes por parte del rey Borbón Felipe V, podría ser una buena fecha para que el próximo President de la Generalitat tenga el honor de imitar a Macià.
Creo que, como se ve, éste es un asunto de la máxima gravedad, y marear la perdiz no sirve de nada. Hay que enfrentarse a que este modelo de estado español ya no sirve, y que, el sistema tiene que dejar de ser democrático de boquita, y serlo realmente. O se crea un nuevo consenso adaptado a la realidad de los tiempos, o nos encontramos en Bruselas. No va más, señores, las apuestas están sobre la mesa.