Defendamos y cambiemos la sanidad pública

Con permiso de l@s sanitari@s,

Ya propuse en un texto anterior las bases de la filosofía a utilizar en los servicios públicos antes la amenaza o las prácticas de privatización y porqué en “Cambiemos la dinámica de los servicios públicos», también algunas propuesta globales para tod@s los servicios públicos en “Reorganizar la defensa de los servicios públicos”,

Pero visto esto lo mas importante en cada servicio público es definir el camino concreto por el que se puede reorganizar a todos los participantes implicad@s, las propuestas, las acciones, la coordinación, las campañas, todo lo que será la actividad diaria de oposición, concienciación, acción, organización y movilización.

Imágen procedente del grupo en Facebook "NO al desmantelamiento de la Sanidad Pública en Madrid"

Yo no soy sanitario, pero soy usuario/sufridor de la sanidad que nos está dejando Esperanza Aguirre, soy compañero también de una trabajadora de este servicio y tengo además algun@s amig@s que trabajan ahi por su salario.

L@s usuari@s de la sanidad no son conscientes de su papel en el sostén económico de esta. La universalidad ha diluido el hecho de que está financiada al 100% por personas que solo viven de su salario y da mucha voz y voto a quienes ni son usuari@s ni pagan nada para su financiación.

La intermediación del estado ha alejado tanto el acceso y la conciencia de que es posible otra clase de gestión de este recurso común que ha entrado con mucha fuerza el mensaje de la ineficiencia y la carestía de lo público para justificar el paso a manos privadas o gestión por instituciones privadas o entrada parcial de lo privado en lo público además de un recelo a sus trabajadores por condiciones laborales normalmente mejores que las del mercado libre de trabajo.

Partimos por tanto de una situación de desventaja reflejada en el avance fuerte de la privatización y deterioro de las prestaciones frente y una resistencia muy débil a este proceso.

Revertir el proceso es posible si conseguimos cambiar la conciencia de la mayoría de la sociedad con respecto a estos recursos. Esto es posible en el día a día gracias al campo que nos ofrecen los deterioros concretos del servicio como consecuencia de esta clase de políticas.

Listas de espera para cirugía y analítica especializada

Por mucho que diga Esperanza Aguirre estas siguen existiendo aunque sus datos hayan sido camuflados o no se admita mas gente en ellas. Sin embargo en los hospitales públicos se han cerrado quirófanos y reducido el número de camas y tiempo de hospitalización hasta el punto de que se envía a casa a los enfermos “con el suero colgando”.

Una parte muy importante de la cirugía común de menor riesgo se está haciendo en hospitales y clínicas privadas, la mayoría de ellos con peores instalaciones y a veces con personal insuficientemente formado.

Muchos pacientes piden ser operados en hospitales públicos por la poca confianza que les merecen estas clínicas, en algunos casos por amargas experiencias. Pero no es ya posible y deben esperar porque muchos cirujanos ante las escasas espectativas en nuestro mercado de trabajo optan por probar fuera, Italia, Francia, Portugal, Inglaterra…

No solo se pierden puestos de trabajo por despidos o contratas, sino también por la no cobertura de jubilaciones o bajas personales. Pero estamos perdiendo mas, las inversiones en instalaciones que han pasado a estar cerradas y los altísimos costes que paga la sanidad pública a estas clínicas privadas. No confundamos, se les paga mucho, pero sus empleados cobran menos que los públicos. De ahí, y de la peor calidad del servicio salen los beneficios que obtiene el sector privado sin prácticamente riesgo alguno.

L@s usuari@s no saben que ellos están recibiendo un peor servicio a un precio superior.

Tenemos derecho a conocer el estado y gestión de las cuentas públicas, de las grandes a nivel del gobierno, pero también de las mas pequeñas a nivel de centro de salud.

Los usuarios tenemos derecho a saber cuanto cuestan nuestras intervenciones y el porqué de estos costes.

Tenemos derecho a recibir atención en centros públicos en fechas y forma necesarios para garantizar nuestra salud.

Podemos organizar nuestras propias encuestas paralelas de satisfacción alrededor de todos los servicios de cirugía en los hospitales y desde los mismos centros de salud de donde se derivan los pacientes.

Podemos organizar asociaciones de usuarios por el acceso directo y sencillo a las cuentas públicas. No es casual que la U.E. esté desarrollando una normativa al respecto que reconociendo el derecho lo haga impracticable. Tenemos en Facebook un grupo de 1127 ciudadan@s interesados en este tema.

Las nuevas tecnologías nos pueden facilitar mucho la tarea, pueden ser incluso el camino mas fácil cuando hablamos de millares de personas, pero la cantidad o no tener recursos técnicos iniciales no son excusa para no abordarlo porque una contabilidad también es accesible allí donde se lleva a cabo; ¿acaso l@s administrativ@s de la seguridad social no saben nada de todo esto?

Nos interesan los contratos con las clínicas y hospitales privados, la facturación por intervenciones y el grado de satisfacción de los operados con ellas. Un mayor conocimiento de las cuentas nos permitirá y probablemente ya exista, tener un ratio del coste por intervención según diagnóstico en diferentes centros.

No a la derivación de cirugía. Les proponemos operarse en centros públicos y podemos decir cuanto cuesta y las garantías diferenciales que ofrecen los centros públicos.

Por la apertura de quirófanos y plantas, contratación local de especialistas y personal asistencial.

Podemos también reducir costes del proceso de atención sanitaria en casos de cirugía simplemente eliminando los contratos casi monopolistas de algunas farmacéuticas y prestatarios de servicios como ambulancias y tareas de limpieza o mantenimiento de instalaciones.

Algo muy parecido está sucediendo con las analíticas, exploraciones técnicas de rayos, ecografías, y otras técnicas de examen con tecnologías avanzadas.

Las instalaciones públicas están siendo reducidas a la atención de urgencias y pacientes hospitalizados que no se pueden desplazar.

Las peticiones de médicos de cabecera o especializada se derivan en primer lugar a centros privados con instalaciones mediocres, en pisos, donde lo que prima no es un buen trabajo de análisis sino el número de análisis que se factura a la Seguridad Social.

Allí no somos pacientes sino excusas de facturación; una exploración de 30 minutos en la seguridad social se transforma en 10 o 5 minutos en estos centros sin que se les exija ninguna garantía sobre los resultados. La derivación a estos centros privados no ha reducido la espera por los análisis sino que ha adaptado los tiempos a su capacidad de prestación.

Las propuestas para combatir el beneficio privado a costa de nuestra salud en el terreno de técnicas analíticas son parecidas a las planteadas en atención quirúrgica. Evidenciar el negocio que hay tras la degradación del servicio, las consecuencias para l@s usuari@s y los incrementos de coster reales mientras se cierran instalaciones o no se renuevan haciendo que el personal altamente especializado de la sanidad pública busque otros destinos.

Estas y otras ideas para cualquier aspecto del servicio público de sanidad y salud, apoyadas en nuestro conocimiento de la realidad y el trato con l@s usuari@s, nos ayudarán a organizar fuertemente unid@s a usuari@s y sanitarios alrededor de hospitales o centros de salud de forma que la intervención en la gestión de estos centros por parte de quienes pagamos el servicio público de la sanidad sea cada día mas grande implicándonos en la dirección y excluyendo mas y mas competencias del estado y las empresas privadas, cazadoras únicamente del beneficio fácil, la comisión por el contrato, o la captura de cuotas de usuari@s a quienes exprimir parte de su salud.

La sanidad es nuestra, hagámonos con su control y la conduciremos a nuestro servicio en beneficio de trabajadores y usuari@s. Fuera las manos del estado, fuera las manos de los gestores privados, fuera las manos de administradores corruptos, fuera las manos de clínicas y otras empresas privadas o subcontratas de servicios

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