Ámpliamente citado por numerosos medios, Libertad Digital, ABC, La Nueva España dice Sabater que la idea de España «se la sopla» para que no le asocien con quien todo el mundo les suele ver asociados, con la derecha.
Dice Sabater que lo que importa es que el estado (el español) sea fuerte, «Solido«, que el estado debe reapropiarse de algunas competencias cedidas a las autonomías que estas deben ser iguales (estará pensando en las provincias y regiones…) y que «España será lo que los españoles quieran que sea, la única autodeterminación es la de los españoles«.
Todo eso mezclado con laicismo educativo e igualitarismo homogeinizador nos viene a mostrar a un resistente del centralismo del estado, un personaje no extraño en el mundo de la izquierda marxista o cercana que enaltecieron al estado y lo convirtieron en la falsa garantía de sus proyectos sociales.
Cuando dice que la idea de España se la sopla y a renglon seguido propone a un dirigente del PP que se afilie al partido del fascista francés Jean Marie Lepen intenta separarse, son sorna y broma, de quienes le cortejan que son la derecha reaccionaria y fascista a quienes también les enorgullece «lo español», la centralidad del estado y su fortaleza y el desprecio a los nacionalismos minoritarios y dependientes del actual estado.
Sabater refleja muy bien ese tonteo que han llevado a cabo ellos mismos con el PP, prestando su firma a todas sus movilizaciones contra el gobierno. Y es que esa coincidencia no es banal.
Coinciden en el apoyo al estado, que según definición marxista es el aparato para la opresión de una minoría sobre la mayoría de la sociedad, que es una organización para ejercer la fuerza e imponer a la sociedad el rumbo que a esa minoría le interesa.
Cuando Sabater excluye de la definición de nuestro futuro a los nacionalistas, a los que no se consideran españoles, o a los que no siendo nacionalistas rechazan al estado o sus instituciones, Sabater apoya esa función represiva del estado contra una parte de la sociedad que los fascistas quieren que se ejerza abiertamente y cuanto antes.
Cuando dice que hay que retirar competencias de las autonomias para devolverlas al estado está diciendo también que quiere alejar a los ciudadanos de cualquier influencia en la distribución del capital social (vease presupuesto) para fortalecer la burocracia central del estado, mas lejana e inaccesible aún que las autonómicas.
¿Porque no van a considerar los derechistas del PP que Sabater y Rosa Diez compiten por su electorado y por parte del electorado de los partidos llamados de izquierda?, si están proponiendo, con un toque laicista, básicamente lo mismo.
Tod@s tenemos el derecho a decidir nuestro futuro, seamos vascos, catalanes o madrileños, y cualquier estado que lo impida o dificulte debe ser apartado del camino por contrario a los intereses de la sociedad.
Tenemos derecho además a organizarnos con quien lo deseemos y por tanto sobra cualquier frontera, legislación, institución o fuerza policial que lo vaya a impedir.
Tenemos también derecho a reforzar nuestras raices culturales y de idioma sean cuales sean por micronésicas que parezcan, para garantizar su supervivencia y la riqueza cultural de la humanidad y por tanto a que parte del esfuerzo común en nutrir los presupuestos sociales se vuelque en esa financiación.
Sabater y sus acólitos sacan su pasado militante para sostener una tibia identidad de izquierdas, pero ellos han olvidado lo mas importante, que cualquier política debe orientarse a la liberación y realización de las aspiraciones de la sociedad, a la máxima realización de una democracia social y no a su represión.
Los nacionalismos tienen derecho… si, como cualquier otra manifestación política nacida de la sociedad, y quienes dicen defender la democracia de las sociedades capitalistas por lo menos esa democracia deberian reconocersela a cada ciudadano. Pero el derecho de autodeterminación que tenemos todos y la realización de las propuestas nacionalistas de autodeterminación no son lo mismo. La creación de nuevos estados vendría a negarnos a una parte de la sociedad porque esa es la función histórica a la que son llamados.
Aunque no me siento anarquista, en esta polémica me viene a la mente aquello de «abajo el estado»; este y cualquier otro, sea cual sea su idioma, naturaleza o tamaño; y por eso a mi no me la sopla la idea de España, ni la de Sabater ni la de siempre, la de la derecha, me opongo fuertemente a todas ellas.