«Las plataformas son lobbies en política»…. no creo que haya nada que lo pueda demostrar; … a no ser que nos refiramos a los lobbies, que como en EE.UU, acorralan y acolchan doradamente a los parlamentarios de ambas cámaras. Gracias a estos lobbies da igual quien salga elegido pues la política real se decide después en los despachos y restaurantes.Este mecanismo hace que el sistema electoral político se convierta para los candidatos en un camino de acceso a un estatus social y económico que probablemente no se obtendría en tan corto espacio de tiempo.Pero también hace que se convierta en una frustración cualquier esperanza o expectativa ciudadana sobre los candidatos y promesas electorales. El alejamiento de las instituciones, la abstención, el descredito de la «política» son las secuelas lógicas del falseamiento de la democracia occidental.
Cabe preguntarse por la validez del modelo si realmente creemos y deseamos que el sistema democrátrico sea fiel reflejo de la voluntad de los ciudadanos.
Volviendo al asunto del lobbie si podríamos decir que con un sistema político así puedan parecer lobbies el «Pirate Party» o «Todos contra el canon» porque no hay forma de que se oiga la voz de los ciudadanos perjudicados por la decisiones de quienes obtuvieron su voto. Pero no lo son en cuanto al uso de medios de presión financiera que no estan al alcance de la opinión ciudadana pero si de quienes deciden por ellos.
Cuando el sistema político era aceptado y obtenía el consenso de la población esta accedía a la esfera institucional por el camino marcado; solo las reivindicaciones laborales, que tenían otro marco de resolución, hacían emerger lobbies laborales, estables, en su forma sindical clásica, o temporales como plataformas, coordinadoras… etc.
Ahora que el consenso se ha terminado se manifiestan en la esfera política intentos de devolver a la ciudadanía el protagonismo y el derecho de la democracia. Entre estas intentonas temporales y limitadas y la constitución de fuerzas políticas estables lo que falta es un proyecto político y social que entre otras cosas aporte una solución satisfactoria para los ciudadanos en cuanto al funcionamiento del sistema político democrático y de todos los temas que se supone se deciden ahi.
Ya hubo otros momentos en los que se disoció la voluntad popular de los sistemas institucionales. El nazismo aportó una alternativa cuyos nefastos resultados conocemos.
Quienes odiamos las dictaduras y deseamos que el poder esté en manos de la mayoría de la población deberíamos ver en estos sintomas tanto una alarma como una posibilidad de construcción de una alternativa de cambio social, una nueva fuerza política.
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