En esta semana hemos recibido como nunca una avalancha de solidaridad, muchas personas que conocemos físicamente, familiares, compañer@s amig@s y también amig@s y conocid@s, pero solo en la red, han respondido tan bien y con tanta generosidad al cancer que se le ha encontrado a mi esposa Lola que estoy muy muy impresionado y por supuesto agradecido. Desde estas líneas quiero volver a agradecérselo y escribir sobre ello porque he visto y casi palpado el valor de la solidaridad y eso hay que escribirlo.
Hoy vi en las noticias como numerosas familias están sobreviviendo a la falta de electricidad por sexto día gracias también a la solidaridad. Una señora explicaba que con los vecinos habían hecho una comuna en la que compartían todo, comida, gas, habitación…
Qué reciente está el terremoto de Chile y el de Haití, ¡qué ola de solidaridad nos ha recorrido!. Y muy fresco también el aniversario de la movilización espontánea como consecuencia del 11 M de 2004 que alcanzó tal dimensión que derrotó al gobierno de J. M. Aznar. Y seguro que podemos encontrar mas y mas casos. La solidaridad es una movilización objetiva de la sociedad o una parte por obtener un bien común a tod@s. Echemos un ojo en Twitter porque seguro que se está hablando de solidaridad, nos ayudará a pensar en ello.
¿Y que tiene que ver con el cancer?. Tiene que ver que cada un@ de nosotros somos parte de la sociedad. Cada vez que perdemos a alguien o está herido la sociedad recibe un pequeño golpe y reacciona. Los humanos somos mas gregarios de lo que pensamos. En el cancer la situación afectiva afecta a su posible curación y por tanto la solidaridad es una fuerza objetiva.
Justo en estos días leí que nuestra sociabilidad jugó un importante papel en la prehistoria de la humanidad, en nuestro cambio evolutivo desde nuestra base animal al ser humano de nuestros días. Quienes eran más sociables sobrevivían porque afrontaban mejor la caza, la recolección, la defensa de ataques o la misma enfermedad. Los menos sociables perdieron la carrera de la selección natural.
La ideología de nuestro tiempo es enemiga de la solidaridad, su máxima es la competencia, debemos competir, superar y abrirnos paso entre l@s demás, pero como es imposible vivir sin la sociedad al final se establece un equilibrio de jerarquías y poderes entre grupos, clases e individuos que explican cada una de nuestras acciones cotidianas. Esta persistente y tenaz lucha ideológica contra la solidaridad se esfuma en el momento que la sociedad o una parte de ella considera que hace falta una acción solidaria y por tanto podemos decir que la solidaridad es un valor estratégico que cala hasta lo mas profundo de nuestra identidad humana desde cuando nacimos a la vida consciente como grupo social hace miles de años hasta nuestros días.
Los «poderes establecidos» que alimentan diariamente la ideología de la competencia y la insolidaridad con actos y leyes, se ven obligados a plegarse a la fuerza de la solidaridad si no quieren perder la legitimidad de su poder. En ese giro contra corriente imponen objetivos adicionales por los que no se movilizó la sociedad como ha sido el caso de la ocupación de Afganistán o incluso la intervención en las ONGs via presupuesto para rentabilizar la solidaridad y obtener objetivos adicionales, prestigio, influencia local, expectativas de inversiones y orientación interesada del desarrollo económico.
No es necesario buscar la solidaridad en su estado mas primitivo, cuando no existían las clases sociales ni el alfabeto, porque en cada era de nuestra historia se manifestó como acción al alcance de los seres de su tiempo. Podemos encontrar la solidaridad en algunos movimientos espontáneos de nuestro tiempo como el movimiento de defensa de nuestros derechos en Internet. También en movilizaciones con mayor carga ideológica como las huelgas y toda clase de reclamación colectiva. Y podemos echar en falta la solidaridad en todos aquellos casos en los que la ideología nos ha vencido haciéndonos asociales,
¿Pero porqué interesarnos tanto por la solidaridad si ella funciona sola?. Creo que precisamente por eso, porque es una acción primigenia de nuestra esencia humana y quienes creamos que el caos de la sociedad contemporánea no debe seguir tenemos en la solidaridad un hilo conductor hacia otros valores de igual nivel, fundamentales, para organizar una sociedad nueva sin competencia, sin explotación.
- Cada vez que sentimos una llamada a la acción busquemos las raices sociales de esta, sus elementos solidarios para desarrollarlos y hacerlos conscientes, para que no sean marginados por la falsa ideología de la competencia.
- Cada vez que echemos en falta la solidaridad busquemos a quienes también sienten su ausencia para que nuestro reclamo solidario venza las barreras ideológicas que paralizan a la mayoría durmiente.
- Cada vez que consigamos actuar como humanos poniendo la solidaridad como elemento orientador de la acción de la sociedad intentemos dejar un recuerdo colectivo, un balance, una memoria que no nos vuelva al cauce trazado por quienes tienen los mandos del poder.
Hola Jiva:
Estoy completamente de acuerdo con lo que dices; permíteme que lo resuma a mi modo: la solidaridad nos hace más humanos.
Apelo muchas veces a la idea de la solidaridad porque, a veces, flota a nuestro alrededor como uno más de nuestros ideales inalcanzables. Verás, a las cosas inalcanzables las llamo universales, y éstos están siempre en las alturas donde se alojan sueños. La solidaridad es un ejemplo; y si he entendido bien, es a lo que te refieres: la solidaridad como concepto universal.
Tienes razón; es curioso observar cómo nació la solidaridad en la Prehistoria, únicamente restringida al ámbito familiar, y cómo ha ido extendiéndose y contaminando a otros individuos no directamente emparentados, hasta convertirse en una causa común, o un sueño común.
Pero, como todos los inventos «buenos» del hombre, de ésos que nos hacen avanzar por el camino de la humanidad, la solidaridad tiene su lado oscuro, su utilización «especial» como arma arrojadiza contra otros. Me estoy refiriendo al corporativismo: cuando un grupo determinado se solidariza con una causa que considera «de justicia», y se une para hacerla efectiva esgrimiendo todas las armas a su alcance e incurriendo en una injusticia. Los humanos somos olvidadizos cuando nos resulta conveniente.
Sucede lo mismo con la «supervivencia», otra palabra muy manida, que navega por las mismas alturas, y con la que sucede algo muy semejante que con la solidaridad; y en nombre de ella se cometen miles de atropellos, en absoluto justificados dentro de su concepción universal.
No tengo inclinación a concebir esperanzas, y en mi relación con la especie humana estoy muy desencantada; tampoco tengo un concepto universal de ella más que para admitir que bajó de los árboles para subir a la Luna, y desde aquí proyectar el siguiente salto (casualmente, actividades de altura :).
Me gusta el carácter aventurero del ser humano, y también cuando es, además, un pionero de sí mismo: anhelo el día en que absolutamente todos estemos unidos por el mismo sueño. ¿Sabes?, pienso que se vuela poco…
La vida es muy corta, pero no hay que dejarse vencer por la impaciencia; más bien hay que dejarse mecer por lo que tú muy bien expresas en los tres puntos finales, que definen un sueño colectivo de humanidad más hecha.
Saludos desde la Enterprise.
Quizás en la Enterprise puedas saltar en el tiempo y volar viéndonos bajar del arbol o llegar a la luna.. Hay mas formas de viajar, descubriendo los momentos estelares de la solidaridad y la supervivencia, cuando son valores sociales y no corporativos, podemos encontrar una pequeña luz con la que navegar en la sociedad e ir identificando a quienes sabiéndolo o tanteando van tomando el mismo rumbo.
Yo también «anhelo el día en que absolutamente todos estemos unidos por el mismo sueño» pero me conformo con que en el cachito del viaje que pueda vivir lo comparta con nuev@s y nuev@s navegantes.
Quizás algúna dia la luz no sea posible ocultarla y podamos ver los asteroides a pleno día.