Desde que se desató la movilización social y con ella todos los nuevos fenómenos organizativos que ha traído debemos reconocer que tenemos un problema común. Podríamos usar una misma frase descriptiva para esas situaciones que se repiten por doquier: nos cuesta llegar a acuerdos de grupo haciendo que las propuestas individuales actúen como fortalezas inexpugnables.
Me llamó mucho la atención esta situación en las jornadas del Puente Constituyente que organizó la Coordinadora 25S. Allí se daba una circunstancia no habitual. La defensa de ideas o su triunfo no traería para ninguno de los participantes una mejora de posición personal en su grupo; las jornadas como tales no eran de uno u otro grupo y por tanto sus resultados no influirian en las posiciones internas de cada cual. ¿Porqué tantas dificultades para llegar a acuerdos colectivos?
Este problema se puede identificar fácilmente en asambleas reuniones o listas de correo (el peor sitio). Contestamos mal a cosas con las que no coincidimos, usamos calificativos para clasificar ideas en un cajón desprestigiado, evitamos llegar a los detalles que aportan las ideas con visiones distintas.
La asertividad es una técnica orientada a crear prácticas con las que modificar estos comportamientos sociales, puede ser útil para ayudar a los grupos a mejorar su convivencia interna y la eficacia de sus actividades grupales. Esta técnica sin embargo no nos sirve para entender las causas de estas dificultades.
¿Porqué actuamos así?, ¿Porqué no cedemos un milímetro a «lo común»?.
En un grupo de trabajo de dichas jornadas un compañero explicó muy bien el porqué de nuestra educación individualista. Gracias a ella la oligarquía puede decidir sobre lo común como si fuera suyo pues el resto de la sociedad está ausente de este campo de actuación por su comprensión individualista de cuanto le rodea.
La corrupción es la acción habitual de la oligarquía, la forma natural de actuar de quienes se aprovechan de la confusión entre común y privado. La oligarquía gobierna lo común como propio, nosotr@s educad@s en lo individual no nos planteamos gobernar lo común sino adueñarnos de un área superior que el vecino, ser competitivos.
Es muy habitual reconocer que «hemos despertado» para referirnos a que nos damos cuenta de que quien decide son «ellos» y no «nosotr@s». El «despertar» significa también que las normas de actuación personal, las que nos retrotraian a no actuar en lo común, a delegar, a votar cada cuatro años aunque no sirviera para nada, la actitud competitiva… ya no valen para nosotros de la misma forma que antes cuando las aceptábamos sin rechistar.
Ahora, mas despiertos, haciendo uso de la libertad que nos confiere nuestro individualismo, intentamos dominar uno a uno lo común como si fuera personal. No dejamos dominar lo común ni a la oligarquía ni al vecino.
La actitud competitiva pretende aumentar el espacio propio en el área común. En estas duras polémicas en las que queremos definir un camino, o el mejor uso/organización de lo común, mostramos cuanto hemos aprendido a competir sin embargo tod@s hemos decidido participar en el movimiento, asamblea o grupo para «contribuir», para aportar, no para competir. La actitud competitiva no aporta nada a lo común y genera sin embargo muchos problemas.
En estos momentos todos los grupos u organizaciones surgidos de la movilización navegamos en el caos que genera la lucha por el poder de decisión en lo común intentando formar una respuesta social para la cual estamos mal preparados.
Una forma instintiva, recuerdo de otras épocas, es eliminar estos problemas mediante restricciones de la democracia. Limitaciones de lo que se puede tratar o no o quien puede y quien no puede. Conseguimos orden, pero a costa de no podernos apropiar cada cual del área de responsabilidad que tenemos en lo común. Alguien vuelve a decirnos qué hacer y como y ese alguien se coloca en el lugar de decisión que tuvo antes la oligarquía, está formandose una casta burocrática.
Sabemos que necesitamos una nueva conciencia social basada en la inteligencia colectiva pero nuestra formación individualista y actitud competitiva no nos dejan formarla, a pesar de los muchos intentos y decisión que ponemos en ellos. Estamos en «estado bebé» de lo social, aún no sabemos andar, aunque lo intentamos. Nos queda mucho por aprender.
Cambiemos
Cualquier grupo podrá mejorar su experiencia y resultados si sus integrantes además de llevar a cabo un taller de asertividad organizan también un coaching grupal que les ayude a introducir unas prácticas aprendiendo a posicionarnos en lo común como seres activos y responsables y por tanto con visión propia que sea a la vez tanto personal como grupal.
Sus objetivos serían:
- Cambiar la visión personal intentando adoptar una visión de grupo.
- Cambiar el análisis con perspectiva personal por un análisis con perspectiva de grupo.
- Valorar y evaluar tanto los intereses personales como los grupales.
- Crear propuestas para el grupo de forma que incluyan mis intereses personales como parte de lo social.
Si conseguimos introducir estas prácticas, y es posible hacerlo por nuestra capacidad de aprender, obtendremos siempre de las respuestas de los demás dos visiones. La grupal y personal y como nos afectan tanto una como otra pudiendo responder siempre de forma que se muevan las posiciones de lo social, conservándonos dentro como individualidades.
Debate y diálogo
Son dos técnicas fantásticas que nos ayudarán a integrar la diversidad, para innovar, renovar y evolucionar las propias opiniones y del grupo sobre lo común creando la tan deseada inteligencia colectiva.
Cuantos más “peros” y preguntas resuelvan las conclusiones colectivas de los debates, más completa será la solución común adoptada, cubrirá todas las expectativas en 360º. La fuente de estas soluciones colectivas se encuentra en la diversidad de conocimientos y experiencias que aportamos cada cual.
Existen técnicas que nos ayudarán a plantear, regular y alimentar un debate obteniendo los mejores resultados.
Pluralismo democracia e inteligencia colectiva
El movimiento 15M detectó y denunció correctamente la falsedad de las diferencias ideológicas entre los partidos del sistema. Coincidían las prácticas pero no las ideologías. El sistema tiene varios partidos políticos por la pluralidad de la sociedad. Si pretendía integrarla por completo no podía mostrar una sola cara.
El legítimo rechazo a los partidos del sistema se ha combinado con la idea de competencia, «hacer propio un espacio que es común», de forma que en vez de democracia hemos tenido trifulcas y actitudes burocráticas.
Igual que la pluralidad enriquece el pensamiento colectivo contribuyendo a la adopción de decisiones colectivas la existencia de diferentes corrientes de opinión ya sean espontáneas u organizadas (partidos) pueden hacerlo igual siendo una de los pilares mas importantes de la democracia.
Los grupos de opinión (partidos en su sentido original) que proponen y actúan abiertamente conseguirán que su trabajo sea muy beneficioso a la organización. Los trabajos en grupo usan de un mayor grado de inteligencia colectiva y fomentando el trabajo en grupo crecen los hábitos de equipo, la solidaridad y el aprendizaje en cualquier debate.
Esta nueva forma de integrar lo social con lo privado es absolutamente necesaria para crear costumbres y educación social que nos permitan gobernar el ámbito que queremos conquistar con el proceso constituyente.
Funciona no por el efecto de la fuerza policial o las leyes, sino por la asunción de nuevos valores éticos reflejados en normas de las que con la práctica nos olvidaremos y es 100% democrático, integrador y vehículo para nuestras responsabilidades sociales sobre lo común.
Los grandes acuerdos a lograr en el proceso constituyente o en la resistencia a la política de recortes no deben ser el resultado de una lucha sino el resultado de la integración de todas las colaboraciones ya sean individuales o grupales.
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Entonces escribiremos leyes que defiendan lo público sin chocar con nuestra libertad e identidad privada.
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Entonces podremos organizar movilizaciones que integren todas las voluntades.
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Entonces conseguiremos que la política sea un práctica ventajosa y no un problema.
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