Las elecciones europeas han concluido con una abstención que cuestiona la legitimidad del parlamento europeo. La mayoría de los ciudadanos no ha votado.
Si esto se hubiera producido en una institución añeja y con tradición se podría considerar un revés temporal, pero cuando es tan reciente que aún carece de «carta mágna» es un serio cuestionamiento político del proyecto.
No olvidemos que en algunos paises se rechazó la constitución europea en referendum y que ante la «tozudez» de los ciudadanos la comisión europea no hace sino buscar caminos que ignoren la volunda popular.
Y ese es el único camino real de la Unión Europea. Numerosos proyectos de legislación europea han chocado con la opinión popular, el mas sonado el de las 65 h semananles de jornada laboral. ¿Cómo pues creer el mensaje de la «Europa del progreso» que machaconamente emiten sus defensores cuando sus instituciones se dedican invariablemente a preparar medidas retrógradas y antisociales?. Esa es la «experiencia europea» y la base del crecimiento de las propuestas «euroescepticas». Si esta Europa antisocial es la que se pretende yo tampoco soy europeista.
El escepticismo sobre la Europa real que se pretende construir podría sin embargo devenir en un proyecto de solidaridad europea con bases sociales, ecologicas, integradoras…. pero en su ausencia había que votar.
Y el voto no puede ser mas claro. Han castigado a los gobiernos, los que están conduciendo la crisis y los responsables inmediatos de lo mal que nos va. Han castigado a la seudoizquierda, en el gobierno en muchos casos y duramente cuestionada por ser ellos los gestores de los recortes sociales. Nadie cree que la socialdemocracia o satélites de esta tengan proyectos diferentes a la dinámica general antisocial del sistema capitalista en crisis.
Y puesto que no hay alternativa se ha manifestado la derecha que si sabe lo que quiere hacer, véase nueva reforma laboral en España. Se ha manifestado el conservadurismo nacionalista y xenófobo, y se ha manifestado la formación ideológica conservadora de la mayoría de la sociedad.
Se abstuvo la mayoría de los votantes. No me caben dudas de que esa mayoría eran potenciales votantes de un proyecto de izquierdas opuesto al sistema capitalista. Pero el proyecto no existe.
El Parti Anticapitaliste de Francia o Izquierda Anticapitalista aquí son dos intentos noveles de cambiar esa tendencia. Su mensaje fresco ha calado en sectores muy activos pero claramente insuficientes para tener el impacto social necesario.
Queda en nuestras manos cambiar nuestra realidad en este desierto político