Sarkozy no ha ganado de cualquier manera. Con una mayoría mas que suficiente una participación altísima y una diferencia de mas de 6 puntos los Franceses sabian que elegían a un candidadto que predicaba abiertamente la revisión del estado del bienestar.
La prensa no ha dudado en llamarle el Thatcher francés quien tiene preparada una batería de reformas liberales que cambiaran el papel protector del estado francés.
La prensa señalaba también que el apoyo de la extrema izquierda habia aportado muy poca fuerza a Ségolène Royal; un detalle nada despreciable cuando había sido ese sector político el mas vistoso y beneficiado por las movilizaciones defensivas de todo tipo que se han producido en Francia. De esto ultimo creo es preciso estraer dos conclusiones rapidas al vuelo:
La primera que esas movilizaciones y protagonismo de la extrema izquerda no han supuesto una mayor confianza en ellos de la población ni tampoco una extensión de sus valores políticos. La segunda que, mas allá de las características personales del candidato Sarkozy, son las ideas del neoliberalismo contemporáneo las grandes ganadoras de estas elecciones.
Si observamos el partido de la candidata Royal evidentemente sale peor parada porque ellos ya aplicaron antes la medicina que quiere dispensar Sarkozy provocando sucesivos descréditos mezclados con diferentes corruptelas. La izquierda ha perdido porque carecía de alternativa y no era alternativa política.
Desde el punto de vista electoral la izquierda tiene un crédito del 46’94% para enfrentar el futuro, tiene también, y mas importante, un cuerpo social y militante organizado que no es pequeño, tiene un prestigio militante en la defensa de derechos sociales… pero ¿podrá seguir agitando el mismo programa de siempre?. ¿Podrán seguir pidiendo al estado derechos sociales cuando el papel del estado es recortarlos con la legitimación de las urnas?. El guardián de los derechos modificará las mismas leyes que antes los protegían.
Pero ¿es imprescindible el estado para tener derechos sociales?. Es preciso recordar que no son un regalo del estado; todos esos derechos se ganaron con la movilización y se pagan con el esfuerzo de todos los franceses que trabajan y las ventajas de la posición internacional de Francia en el mundo. El estado es en realidad el gestor de esos recursos de la sociedad, un gestor interesado… y con la mano larga.
El estado gestor, llamado del bienestar, asume la gestión de unos recursos que no asume la sociedad misma, de la misma forma que cuando los políticos asumen con el voto el poder de decisión de los ciudadanos. En uno y otro caso la ausencia de iniciativa de la población son la base del poder que en nuestro nombre desarrolla contra nosotros.
En el fin de la edad media cuando Luis XVI dijo «l’etat cést moi» (el estado soy yo) estaba manifestando hasta que punto el poder del estado había encumbrado a una persona sobre la nobleza de la época y todo el pueblo usando esa potente maquinaria de poder.
La revolución y la guillotina entregaron ese aparato de gobierno en manos de unos cuantos mas, la burguesía y sus representantes quienes lo siguen utilizando contra la mayoría de la población.
Las organizaciones que buscan el cambio radical de las cosas, la justicia y la igualdad, deben olvidar la «gestión del estado» como un objetivo o un medio y pasar de la ficción del «estado de todos» a «el estado somos el pueblo».
Si la derecha quiere el estado para acabar con nuestros derechos nosotros no lo queremos a él como gestor, los derechos son nuestros, el pueblo los ganamos y podemos gestionarlos directamente acordando con los funcionarios las condiciones de su trabajo. ¡Abajo el estado!, fuera Sarkozy.