Todo se altera en época de crisis y los males sociales y económicos se agudizan mostrando sus lastres y secuelas.
Los servicios públicos siempre amenazados de distintos tipos de recortes o privatizaciones son unos de ellos. En ellos podemos dejar que siga el curso general de la sociedad y ver como se degradan o podemos también cambiar su dinámica. Esa es la intención de este brevísimo artículo.
Nosotros, quienes trabajamos, pagamos los servicios públicos
Es fácil pensar que el dinero viene de algún sitio no totalmente definido, pero está muy definida la fuente de la financiación.
Impuestos sobre los salarios, IRPF, cotizaciones a la seguridad Social, impuestos municipales como el IBI, basuaras, circulación de vehículos, paga del iva por cualquier facturación o compra, impuestos indirectos en determinados productos como combustibles, multas de tráfico.. etc etc. Todo eso nutre los fondos del estado, ayuntamientos, comunidades autónomas Seguridad Social, empresas públicas de transportes etc.
Pagamos por tanto todos los afectados por esos pagos y detracciones, desde empleados a autónomos pequeños profesionales etc. Pagan menos quienes evaden impuestos o viven en la economía sumergida o marginal.
Estos servicios por su carácter universal son por tanto también una responsabilidad del conjunto de la sociedad.
El estado que los gestiona corrompe destruye y despilfarra
Es algo tan conocido que el prestigio de los partidos políticos está por los suelos, según la propia fiscalía del estado con solo 28 casos conocidos se han sustraido 4158 millones en solo 10 años. Solo entre PSOE y PP suman 464 causas penales abiertas.
Desde las instituciones se usan los recursos que aportamos para negociar contratos con enormes comisiones, para favorecer amiguismos, para financiar a determinadas empresas privadas como la banca o Telefónica convirtiéndose su gestión en un ancho tubo por el que pasa nuestro dinero desde nuestros bolsillos a las cuentas de empresas privadas.
Un caso muy significativo es el famoso «Plan E» supuestamente para reactivar la economía ha servido para aportar negocio a los socios constructores de las instituciones (los de siempre) para que realicen obras urbanas la mayoría de las cuales eran totalmente innecesarias.
Desde las instituciones se adoptan planes que son autentico despilfarro y desoganización de servicios con el único fin de justificar medidas privatizadoras que no son sino la oficialización de la entrega de mas recursos públicos a manos privadas.
La consecuencia es que de todo lo que entregamos solo una parte cada vez mas pequeña llega realmente a la «producción real» de los servicios sociales.
Todos sufrimos las consecuencias, los que pagamos y esperábamos recibir y los que prestan el servicio.
Los que pagamos recibimos cada vez menos y peores servicios o incluso en algún caso dejan de percibirlos por completo. El caso más evidente es la sanidad treméndamente deteriorada hasta el punto de que profesionales de gran valor se van a otros paises mientras aumentan las listas de espera o se demoran atenciones que derivan en agravamiento de enfermedades y malas praxis.
Los trabajadores ven disminuir aceleradamente las plantillas incrementando gravemente las cargas de trabajo directamente e indirectamente por la contratación de servicios a empresas liberadas de responsabilidad en el servicio. Se recortan también sus derechos para abaratar sus costes directos e indirectos.
Se crea una nueva capa de parásitos, los sindicalistas corruptos, y los directivos que obtienen beneficios por colaborar en la implantación de medidas antisociales a sus compañeros y a los ciudadanos que deberían defender.
No perder mas esfuerzos, ni recursos. Acabar con la corrupción el nepotismo, la privatización y demás lacras generadas en la gestión pública.
Los sindicatos mienten cuando dicen que los problemas laborales son problemas entre los empleados y la administración. Esto permite a la administración y las empresas beneficiadas por esta hacer campaña hacia la sociedad contra los empleados públicos. No hay salida en una lucha entre empleados y administración.
Hacer cola en las ventanillas como usuarios reclamando, o buscando conocidos que trabajen aquí o allí no sirve para obtener los servicios por los que hemos pagado, que tenemos derecho a recibir y que nos roban todos los dias.
De nada sirve elegir a otro partido para que se renueven quienes tienen la mano cerca de los fondos que aportamos para los servicios públicos. Las instituciones son un foco de generación de corrupción, no depende de las personas, y quienes se sienten en esos sillones tienen muchas vías directas e indirectas para recibir los beneficios de su intervención como gestores de recursos ajenos.
Podemos romper esa dinámicas destructivas simplemente acordando entre los actores determinantes las condiciones de prestación de estos serviciso. Consumidores/financiadores de servicios públicos debemos ponernos de acuerdo con los trabajadores que prestan estos servicios eliminando la intermediación del estado.
No es muy difícil, nos vemos todos los días, nos conocemos, sabemos donde están los centros de trabajo… podemos empezar fiscalizando conjuntamente las cuentas y contratos de cada centro así como las medidas locales de organización del servicio… y seguro que se nos ocurren más medidas para tomar el control de unos recursos que son nuestros no del estado ni de las empresas privadas.
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